La Materia Britana y la tradición artúrica han acaparado la mística popular del Santo Grial y su significado. A pesar de estar demostrado por los historiadores la invención de la relación de estas leyendas con el cristianismo primitivo, son muchos los que cosideran al Santo Grial como un elemento básico, principal e incluso histórico de la Materia de Bretaña. Sin embargo, para la cristiandad general, el Santo Grial siempre será la copa con la que Jesús consagró el sacramento de la Eucaristía.
Es razonable pensar que los discípulos de Jesús guardasen con un cariño especial el Cáliz de la Última Cena ya que, según las Sagradas Escrituras, este momento tuvo gran importancia en la vida pública de Jesús. También es razonable pensar que el custodio de tal reliquia fuera el propio San Pedro, como base de la Iglesia que ataría los designios divinos en la Tierra. Pero también es razonable pensar lo contrario, que lo importante de la Eucaristía celebrada en la última cena fue el ritual en sí y no los elementos con los que se celebró.
Se ha especulado mucho sobre la propiedad original del Santo Grial: San Marcos Evangelista, José de Arimatea o un hombre rico llamado Chusa. Esto sería irrelevante, lo que si parece lógico es creer que en una celebración tan importante, como era la Pascua Judía, se intentaría utilizar los mejores y más lujosos utensilios. También se sabe que a Jesús no sólo le seguían los más pobres y desamparados de Jerusalén, también había entre sus seguidores mercaderes, funcionarios y todo tipo de personas de todos los estratos sociales. Por eso no es de extrañar que el Santo Grial fuera un objeto de cuidada ornamentación.
Teniendo en cuenta todo esto, parecería probable es que San Pedro viajara a Roma con la copa que bendijo Jesús y que esta sería lujosa. Aunque no se pueden descartar otras opciones, como que la copa fuera devuelta a su dueño o que la conservara algún otro de sus discípulos que recibiera tal encargo tras la muerte de Jesús. La tradición que mejor se ajusta a la búsqueda del Santo Grial teniendo en cuenta estos parámetros se remonta a la del Grial de la Catedral de Valencia. La tradición de este Cáliz afirma que los sucesores de San Pedro fueron custodiando el Santo Grial hasta que en época de Vespasiano, el Papa Sixto II decidió sacar de Roma la santa reliquia.
Era una época de fuerte persecución anticristiana. El Cáliz fue confiado a San Lorenzo que, por medio de un soldado cristiano, se encargó de hacerlo llegar hasta la ciudad hispana de Osca (Huesca). El Santo Grial fue guardado allí hasta que en 713, con la ciudad de Osca a punto de caer en manos musulmanas, el Cáliz fue llevado al norte, a un lugar donde se erigiría, en torno a la reliquia, el monasterio de San Juan de la Peña.
La creación del Reino de Aragón pacificó la zona y en 1399, la reliquia ya era considerada por la monarquía aragonesa como un patrimonio a custodiar de manera sagrada. Fue llevado a Zaragoza, al Palacio Real. En 1437 se llevó a la Catedral de Valencia. Desde 1914 el Cáliz es considerado por la Iglesia como el Santo Grial.

El cáliz de Valencia:
Se trata de un cáliz insertado en una estructura de oro con dos asas. Las investigaciones echas sobre el cáliz lo datan en entre los siglos IV y I antes de nuestra era y lo sitúan en Oriente Próximo. Las estructuras de oro se añadieron posteriormente.
Es razonable pensar que los discípulos de Jesús guardasen con un cariño especial el Cáliz de la Última Cena ya que, según las Sagradas Escrituras, este momento tuvo gran importancia en la vida pública de Jesús. También es razonable pensar que el custodio de tal reliquia fuera el propio San Pedro, como base de la Iglesia que ataría los designios divinos en la Tierra. Pero también es razonable pensar lo contrario, que lo importante de la Eucaristía celebrada en la última cena fue el ritual en sí y no los elementos con los que se celebró.
Se ha especulado mucho sobre la propiedad original del Santo Grial: San Marcos Evangelista, José de Arimatea o un hombre rico llamado Chusa. Esto sería irrelevante, lo que si parece lógico es creer que en una celebración tan importante, como era la Pascua Judía, se intentaría utilizar los mejores y más lujosos utensilios. También se sabe que a Jesús no sólo le seguían los más pobres y desamparados de Jerusalén, también había entre sus seguidores mercaderes, funcionarios y todo tipo de personas de todos los estratos sociales. Por eso no es de extrañar que el Santo Grial fuera un objeto de cuidada ornamentación.
Teniendo en cuenta todo esto, parecería probable es que San Pedro viajara a Roma con la copa que bendijo Jesús y que esta sería lujosa. Aunque no se pueden descartar otras opciones, como que la copa fuera devuelta a su dueño o que la conservara algún otro de sus discípulos que recibiera tal encargo tras la muerte de Jesús. La tradición que mejor se ajusta a la búsqueda del Santo Grial teniendo en cuenta estos parámetros se remonta a la del Grial de la Catedral de Valencia. La tradición de este Cáliz afirma que los sucesores de San Pedro fueron custodiando el Santo Grial hasta que en época de Vespasiano, el Papa Sixto II decidió sacar de Roma la santa reliquia.
Era una época de fuerte persecución anticristiana. El Cáliz fue confiado a San Lorenzo que, por medio de un soldado cristiano, se encargó de hacerlo llegar hasta la ciudad hispana de Osca (Huesca). El Santo Grial fue guardado allí hasta que en 713, con la ciudad de Osca a punto de caer en manos musulmanas, el Cáliz fue llevado al norte, a un lugar donde se erigiría, en torno a la reliquia, el monasterio de San Juan de la Peña.
La creación del Reino de Aragón pacificó la zona y en 1399, la reliquia ya era considerada por la monarquía aragonesa como un patrimonio a custodiar de manera sagrada. Fue llevado a Zaragoza, al Palacio Real. En 1437 se llevó a la Catedral de Valencia. Desde 1914 el Cáliz es considerado por la Iglesia como el Santo Grial.

El cáliz de Valencia:
Se trata de un cáliz insertado en una estructura de oro con dos asas. Las investigaciones echas sobre el cáliz lo datan en entre los siglos IV y I antes de nuestra era y lo sitúan en Oriente Próximo. Las estructuras de oro se añadieron posteriormente.
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