Arrio:
Arrio nació en Libia en 256 y murió en 336. Se formó en Antioquía como discípulo de Luciano al que se enfrentó por el papel que el otorgaba a Jesús como Hijo del Padre. Fue sacerdote de Alejandría. El no creía en la Trinidad de Dios, sino que Dios sólo era uno, el Padre.La doctrina de Arrio fue declarada herética por el Concilio de Nicea, en el cual se declaró la consustancialidad del Padre y del Hijo, por lo que formaban el mismo ente divino.
La muerte de Arrio se produjo en extrañas circunstancias justo cuando la Iglesia iba a volver a aceptar a Arrio dentro de la ortodoxia de Roma tras un acto de reconciliación. Muchos creen que pudo ser envenenado.
Historia
La creencia en la consustancialidad del Padre y el Hijo no se dogmatizó hasta el Concilio de Nicea, hasta entonces muchos estudiosos y exegetas del Evangelio debatieron sobre la relación entre Jesús y Dios. En estas disputas cristológicas había dos posiciones enfrentadas:- Adopcionismo: Consistía en creer que Jesús había sido un enviado de Dios, un Mesías mortal que difundió el mensaje de Dios. Esta idea primó en el oriente europeo y disputó el poder con la doctrina occidental.
- Encarnacionismo: Dios descendió a la Tierra encarnándose en un hombre para redimir a la humanidad. Esta idea tuvo más difusión en el occidente europeo. Este pensamiento tuvo más problemas para enraizarse en las clases instruidas, ya que suponían un acto de fe mayor que el más “racional” punto de vista adopcionista. Aunque es cierto que tuvo más apoyo por las clases dirigentes.
Arrio tomó partido por las ideas adopcionistas, y algunos miembros de la Iglesia más cercanos al encarnacionismo trataron de frenarle. En 320 el Sínodo de Egipto y Libia excomulgó a Arrio. Ante la presión de la Iglesia para esclarecer el tema se convocó por intermediación del emperador Constantino, el Concilio de Nicea en 325, en el que se inspiró que Jesús era Dios y parte de la Santísima Trinidad, y por lo tanto se consideró que la postura defendida por Arrio y sus partidarios del adopcionismo podía ser susceptible de herejía. San Atanasio fue el máximo impulsor del Credo trinitario, y el que más se oponía, por tanto, a Arrio. Se dice que el propio Constantino fue bautizado como arriano, más como una política de acercarse al emergente movimiento cristiano que por una fe verdadera. A pesar de ello, la postura más ortodoxa y mayoritaria fue la de San Atanasio. Aunque el arrianismo fue condenado en el concilio de Nicea de 325, Constantino había demostrado siempre simpatía por él y la demostró aún más en los últimos años de su vida. Al morir él, su hijo y sucesor, Constancio, abrazó abiertamente el arrianismo por intermediación de su mujer y sus consejeros afines a la doctrina de Arrio; y bajo sus auspicios se convocaron concilios que empujaron a los líderes de la ortodoxia eclesiástica al exilio.
Arrio, como ya dijimos, terminó siendo perdonado por la Iglesia, eso sí muriendo en extrañas circunstancias. A pesar de la muerte de Arrio, el arrianismo siguió su expansión, sobre todo entre clases desfavorecidas de la parte oriental del Imperio Romano.
Constancio como principal valedor del arrianismo tras la muerte de Arrio, promovió que los bárbaros y soldados del Imperio fueran adoctrinados en la fe cristiana arriana. Por esta razón, el arrianismo caló entre los guerreros pueblos germanos, convertidos por el obispo Ulfila. No fue hasta el Concilio de Calcedonia de 381 cuando se declaró oficialmente como herejía el arrianismo. Los godos y los vándalos mantuvieron en sus monarquías jefes arrianos tras abandonar el paganismo. Bajo los auspicios de los visigodos, el arrianismo pasó a ser la forma de cristianismo con más influencia en sus dominios, en ese momento la casi totalidad de la provincia de Hispania y la parte sur de la Galia. Aunque una gran mayoría de la población seguiría la doctrina de Roma. No fue hasta 587 que el rey Recaredo se convirtió al catolicismo, para granjearse el apoyo popular, católico, aunque descontentando a la aristocracia arriana.
Tras la conversión del último rey visigodo a la doctrina romana de la Iglesia, muchos arrianos intentaron rebelarse contra la monarquía. Revueltas en Mérida, Toledo o Narbona fueron sofocadas a lo largo de la segunda mitad del siglo VI. El único reducto arriano sin persecución fue Lombardía, pero a principios del siglo VII también fue convertida a la ortodoxia de Roma.
Hay muchas teorías que parecen tener visos de ser ciertas que apuntan que el arrianismo continuó en cierta clandestinidad en la Hispania visigoda, sobre todo en el sur. Las revueltas arrianas del siglo VI parecían tener una doble componente religiosa y política, ya que había un descontento con la monarquía visigoda que no era muy bien vista por los hispanos al considerar a los visigodos como un dominio extranjero y, sobre todo, por los hispanos arrianos que además les consideraban unos traidores a su religión. Estas teorías creen que el arrianismo fue consolidando un poder latente en el sur y a principios del siglo VIII contrataron mercenarios del norte de África para derrocar la monarquía visigoda e imponer desde la nueva monarquía resultante el arrianismo. En el año 711 el arrianismo, según estas teorías, ya estaba muy ligado al Islam.
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