Al parecer sus fechorías consistían en asaltar a sus víctimas con una desmesurada violencia. Una vez muertas, les sacaba la grasa, el unto, con el que negociaba y vendía a los compradores. Esta actividad de comerciar con grasa humana le hizo ganar el apelativo de "o do unto" y, sobre todo, de "sacamanteigas". La figura del "sacamantecas", conocida en toda Galicia, tiene su origen en este personaje real y fue usado como asusta-niños desde el siglo XIX.
Realmente es el primer psicokiller del que se tiene constancia y, al parecer, él realmente se creía un lobo. Fue perseguido por la Guardia Civil, motivo por el cual se exilió a Castilla bajo la identidad de Antonio Gómez.
Fue detenido por la Guardia Civil en Nombela (Toledo), cerca de Escalona, el 2 de julio de 1852. Él negó en todo momento ser Romasanta, pero de todas formas fue llevado a Verín para ser juzgado. En el juzgado de Verín, su actitud cambió notablemente.
Tras la detención, vino el juicio, por el que un sumario de más de 2000 folios detallaba al menos trece muertes, la mayoría mujeres. Este sumario desvela como, bajo la incredulidad de los presentes en el juicio, Romasanta declaraba que era víctima de una maldición que le hacía cometer los asesinatos. El decía entrar en un estado en el que su actividad humana cesaba y se convertía en lobo, estado que le duraba entre dos y ocho días. Así recorría los montes, acechando y merodeando. Además reconocía estar consciente en todo momento pero no poder hacer nada para frenar esa maldición, aunque después del trance se sentía muy arrepentido de los hechos.
La condena por licantropía causó el interés de la reina Isabel II, que pidió el indulto de la muerte por garrote vil. Esto permitió a Romasanta seguir con vida.
Todo lo referente a Romasanta y su juicio se encuentran el Archivo Histórico del Reino de Galicia.
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